«Tres cosas necesita el hombre para ser feliz: la bendición de Dios, libros y un amigo»,Lacordaire

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Un momento para todo

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Y un tiempo para cada cosa.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el periodista Felipe Fernández Armesto, bajo el seudónimo Augusto Assía, era el único corresponsal español que informaba desde Londres con sus crónicas en La Vanguardia. En una de estas, en pleno bombardeo, se preguntó por la sorprendente actitud de los ingleses (muy en línea con el luego famoso «keep calm and carry on»).

«El estado de guerra requiere más cuidadosa conservación de la normalidad que ningún otro, puesto que exige la mayor cantidad de energías y toda la inteligencia, clarividencia, unidad de propósito y armonía de la que la nación es capaz. Ello contesta incidentalmente a la pregunta que se hacen tantos extranjeros. ¿Cómo es que durante la guerra los ingleses siguen jugando al golf, mantienen sus costumbres, sostienen ecuanimidad en su justicia y continúan disfrutando de su tradicional libertad? Los ingleses creen —y ya la experiencia nos dirá si con razón o equivocadamente— que sin aquellas cosas no puede hacerse la guerra, y que si se hace, se pierde».

Los ingleses, que son únicos, sabían que si dejaban de lado sus tradiciones y se centraban solo en destruir al enemigo, rápidamente ya no serían tan evidentes las razones por las que sufrir por el país y defender su estilo de vida. Por tanto, para hacer bien la guerra y acabar vencedores, debían darse situaciones de lo más inverosímiles como tomar el té entre escombros con total tranquilidad.

Esta historia me vino a la mente el otro día hablando de jubilaciones anticipadas, de las geniales publicaciones de la cuenta Sunday Scaries, de la escena de Mad Men en la que le preguntan a Don Draper cuáles son sus planes para el finde y responde enfadado que no lo sabe pues «es martes» y el eterno debate: si el tiempo libre se viviría con tanta intensidad y ganas si uno no tuviese que ir «a la mina» entre semana.

¿Acaso como con la guerra y la paz, algunas cosas totalmente contrarias como el trabajo y el descanso se necesitan para existir en equilibrio?

La cuestión daba para rato y el paralelismo tiene obvias y sobradas diferencias por lo que solo pude concluir que lo único que tenía claro es que si debía tomar el té bajo las bombas, trataría de hacer eso precisamente, con la frivolidad necesaria y en cuerpo pero también mente presente.

Y es que a veces vamos como pollo sin cabeza tirándonos piedras sobre nuestro propio tejado cuando ya caen por si solas y ocurre como con el tiempo en el telediario: que te cuelan 10 minutos de «las altas temperaturas» en la parte de noticias, entre política y sucesos, en vez de cuando corresponde, al final, pues se habla de meteorología.

Por ello, si no te queda mucho para estar de vacaciones propongo ajustar la balanza «a la inglesa» desde la casilla de salida entregándote en cuerpo y alma y al estilo Downton Abbey (What is a weekend?).

Porque hay un momento para todo… Y un tiempo para cada cosa.