«Las lenguas, como las religiones, viven de herejías», Miguel de Unamuno

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Para cuando te digan que eso ya existe

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«La obra clásica es un libro que todo el mundo admira, pero que nadie lee», Ernest Hemingway

De aquella semana blanca en Sierra Nevada, de cuyo nombre sí quiero acordarme, me viene a la mente una tontería de anécdota. Como era típico en la adolescencia (y a veces también en la vida adulta), lo ajeno siempre es mejor que lo propio y así todas las noches que salíamos, mi amiga me dejaba sus botas negras, tipo boxeo, de cordones interminables. Apenas se veían, entre el pantalón largo, la nieve, la poca luz de los bares, pero yo encontraba que los 3 minutos que me llevaba atarme (y no os cuento desatarme) los cordones, por lo cool que creía que estaba, estaban justificados. La tercera noche, al ver mi largo ritual, mi amiga se acercó a enseñarme la cremallera lateral de la bota que evitaba tanto trabajo. Me sonrojé, qué tonta, aunque en mis adentros pensé, buf qué avance. Y es que a veces queremos ser Oppenheimer, cuando solo había que pensar en ponerle ruedas a una maleta.

Otro podcast, otro restaurante, otra colección cápsula... Cómo se atreven, si eso ya existe. No inventan nada, no encontrarán público, está muy visto. ¿Pero y si tienen ese je ne sais quoi?

Hace unas semanas el algoritmo de Instagram me puso el vídeo promocional de un nuevo «clásico liberado» por Blackie Books: nada más y nada menos que El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, un libro que como todos los españoles ya tenía en casa, que he estudiado en el colegio y del que todos tenemos mil referencias pero que, siendo sincera, nunca había leído íntegramente. Inmediatamente se generó en mí un efecto deseo y la compra en la librería Farinelli de La Granja hubo de efectuarse.

El tomo lo tenía todo: biografía del autor, comentario sobre la obra, resumen de la trama para no perderse pero también en los márgenes códigos QR con audios y vídeos que complementan la lectura (de Borges, Unamuno, Gloria Fuertes, Irene Vallejo, ¡Bowie!, ¡Coldplay!, ¡Rosalía!...), notas con curiosidades que lo acercan a nuestro presente y fotonovela basada en una de las películas. La edición era la confirmación de que un clásico es un libro que ya hemos leído antes de leerlo tan grande es la huella que ha dejado en nuestra civilización, como sostenía Italo Calvino. Y doy fe pues me encuentro con:

I. La importancia del compañero de viaje. Sin Sancho, Don Quijote no sería Don Quijote, tanto como Page sin Brin, como Gates sin Allen, como Jobs sin Wozniak. Dice un proverbio «Si caminas solo, irás más rápido; si caminas acompañado, llegarás más lejos».

II. Que el miedo es paralizador. En el capítulo 18, Don Quijote le explica a Sancho que «el miedo que tienes te hace, Sancho, que ni veas ni oyas a derechas, porque uno de los efectos del miedo es turbar los sentidos y hacer que las cosas no parezcan lo que son». Cierto es que Sancho veía un rebaño de ovejas (lo que era) mientras que el hidalgo dos amenazantes ejércitos pero su argumento es una verdad como un templo. Como se suele decir, hazlo y si tienes miedo, hazlo con miedo.

III. Que el que la sigue la consigue. Cervantes nació en 1547 y murió apenas medio año después de publicar la segunda parte del Quijote. Tenía unos 60 cuando le llegó el éxito. Siempre fue muy activo. En un versos que dejó sobre si mismo escribió «con poco me contento, aunque deseo mucho».

IV. Que hay que aprovechar la ola. En el capítulo 6, en el que el cura y el barbero del pueblo deciden quemar los libros del hidalgo causantes de su locura, encuentran «La Galatea de un tal Miguel de Cervantes». Esta novela pastoril se publicó en 1585, el Quijote lo hizo en enero de 1605. El autor así relanzaba un título que seguro iba a caer en el olvido. Tras el éxito del Quijote, aprovechó para publicar las Novelas Ejemplares, el extenso poema El viaje del Parnaso, Los trabajos de Persiles y Segismunda... Diversificar, venta cruzada; en la montaña rusa de la vida aprovecha cuando estás arriba, porque casi seguro volverás a estar abajo.

Llevo 189 páginas, son unas 800, y todo me asombra y me fascina. No sé qué otras reflexiones me depararán sus aventuras, solo sé que una se repetirá y es que cuando oiga a alguien que quiera montar un negocio en apariencia tradicional y tenga dudas de si tendrá éxito o, al revés, que alguno crea no tener nada que valga la pena por intentar inventar la pólvora, que coja un clásico, algo ya generalizado, con sus costumbres y sus usos… Y lo libere.

Lean el Quijote.