«La enorme multiplicación de libros, de todas las ramas del conocimiento, es uno de los mayores males de nuestra época», Edgar Allan Poe

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Gente (que vale) pa tó

Exposición Miguel Milá

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Cuentan que el torero Rafael el Gallo, el día que conoció a José Ortega y Gasset, pronunció una frase que ha quedado para la posteridad. Al parecer, les presentaron en una fiesta en un hotel de Madrid. El sevillano preguntó quién era este señor y le dijeron que un filósofo. «¿Qué?». Le explicaron en detalle en qué consistía esa profesión. Tras unos segundos de silencio, espetó: «Hay gente pa tó».

Cuando me aproximé desde el desconocimiento total y por primera vez a la figura de Miguel Milá, a través de su libro autobiográfico Lo esencial. El diseño y otras cosas de la vida, me ocurrió algo parecido. Diseñador, artesano, empresario, inventor, interiorista, casi arquitecto, restaurador y manitas, comisario de exposiciones, escritor, ponente, padre, abuelo, hombre de familia… Terminé de leer y solté en alto: «Hay gente (que vale) pa tó».

Milá, premio Nacional de Diseño, Compasso d’Oro y Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, es una de esas personas que en caso de naufragio y acabar en una isla desierta, y aún sabiendo que tiene más de 90 años, me tranquilizaría mucho saber que está entre los pasajeros.

  1. Por su emprendimiento: desde su primera empresa Tramo (Trabajos Molestos), trabajador ingenioso e incansable cuya frase estrella me repito a diario. «Sé útil y te utilizarán».
  2. Por probarlos antes de venderlos: me contaban que en una empresa de cosmética no te cogían si al pedirte simular una presentación de producto, no abrías los envases y los probabas. Había que hacer como Milá que es el mejor embajador de sus creaciones. Y es que cuando repasas su álbum personal, ahí están todas, incluido mi favorito: el espantamosques, de bambú y cuero. «Haré un espantamoscas elegante para que no puedas criticarme», le dijo a su mujer.
  3. Por su atemporalidad y sencillez: si alguien puede creérselo, es él. En cambio, sus diseños son puro pragmatismo y orden funcional, nada caprichosos. «Hicimos en la casa el arreglo justo para convertirla en confortable, que es para mí el verdadero lujo».
  4. Por su capacidad de observación y escucha: para sus primeros bancos en Barcelona, estuvo tiempo mirando cómo se sentaba y levantaba la gente para dar con la altura idónea. «Vi un día, por la calle, que a un señor mayor le costaba levantarse de un banco demasiado bajo. Tomé nota y diseñé uno para que los mayores se levantarán de él con dignidad».
  5. Por su sentido estético, común, del humor y del amor: «Un plato manchado con una pincelada de salsa me desconcierta. Una ensalada de tomate es bonita en sí misma». «Una lámpara está mucho más tiempo apagada que encendida. Y cuando está apagada, lo mínimo que puede hacer es no molestar. Y lo máximo, alegrar la vida. Acompañar sería el punto intermedio». Cada frase es un cineforum. Da que pensar.

Como la foto de un cartel que me mandaban esta semana: «Be the senior you needed when you were a junior». Y eso es Milá, un líder involuntario y accesible, que ilumina pero no deslumbra, que sabe trabajar pero también disfrutar, tener y no tener, una forma de ver el mundo que merece la pena conocer… Y a la vuelta de la esquina. Porque esta semana santa, no hace falta ver una serie sobre Silicon Valley para encontrar inspiración; basta con ir a la plaza de Colón, al centro cultural Fernán Gómez, y adentrarse en la retrospectiva que le dedican a su obra (y al personaje).

Más de 200 piezas, planos y dibujos originales, desde prototipos hasta sus trabajos más recientes, para homenajear al ícono del diseño español EN VIDA. Porque que inauguren una calle con tu nombre está muy bien pero ¿no es más valiente y emocionante, como Sofía Coppola con Priscilla Presley, exponer una carrera asumiendo que dará su opinión hasta el propio protagonista?

Seguro que, si ha venido a verla, su veredicto vale la pena. Porque a esta gente (que vale) pa tó, debemos escucharla y tenerla cerca. Leyendo su libro, sentándose en un banco, yendo en metro, encendiendo una lámpara, espantando moscas o visitando esta exposición que está hasta el 31 de marzo.

¡Corran a verla! Y pasen una buena semana santa.

Nos vemos a la vuelta.