«Jamás leo un libro sobre el que tengo que escribir una crítica; eso me influiría demasiado», Sydney Smith

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Los cazatalentos

"El club de los poetas muertos"

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Se dice que de todo lo malo, sale algo bueno. De la pandemia me cuesta ver si realmente hubo algo positivo, por muy «salimos más fuertes», pero a modo anecdótico sí que nos animó para darnos cuenta de lo que realmente importa y sacó a la luz más de un talento oculto.

Y es que mientras yo me dedicaba hacer álbumes de fotos (casi me da algo el viernes que se me acabó el pegamento con todo el finde por delante; llegué a preguntar en una farmacia si tenían ante la mirada atónita de los presentes), otros sacaban del horno maravillosos bizcochos, cosían como si hubiesen fundado We Are Knitters o pintaban con tanta creatividad que les hubiese comprado más de un dibujo. Ay, maravilloso Instagram que nos enseñabas la vida de otros para no sólo ser la vieja del visillo en el momento aplausos.

El caso, es que salieron a relucir una serie de dotes en mi feed que desconocía por completo. ¿Habían estado siempre ahí? ¿Las dejaron de poner en práctica por falta de tiempo? ¿Acaso eran tan buenos que incluso eran monetizables?

Veo que la primera publicación del artista Jaime Monge es de octubre de 2020. When at Home, la ropa pintada de la multifacética Almudena Cañedo surgió en los meses de restricciones. @Coronavid19 empezó derrochando en Twitter todo su ingenio y ahora tiene un libro y en breve un podcast. ¿La pandemia fue para algunos el punto de inflexión para recuperar ese sueño o afición abandonada o ésta, en un momento dado, acabaría surgiendo?

Ahora que termina el curso y empieza a ponerse de moda (o al menos así lo promocionan las tiendas gourmet) el llevarle un regalo de agradecimiento a los profesores, pienso en cómo son a veces los primeros en detectar esos talentos para sacarle partido: como placer o como modo de vida pero definitivamente sabiendo que lo que a uno se le da bien, normalmente suele hacerle muy feliz (Agassi aparte).

La señorita Honey se percató de que Matilda era especialmente lista (por desgracia con nulo interés por parte de sus padres pero con final feliz). Clement Mathieu detectó la destreza del joven Morhange quien luego se convertiría en un famoso compositor. El impulsor del club de los poetas muertos incentivaba a los alumnos a interesarse por la utilidad de lo inútil.


Pero no solo en el cine. En los discursos de agradecimiento suelen aparecer aquellos docentes que dieron alas. Bill Gates y la bibliotecaria, Adele y la de inglés, la de cuarto grado de Oprah Winfrey, incluso la princesa de Gales saltándose el protocolo para abrazar a su profe del cole… Pero también ocurre entre el común de los mortales. Quien ha tenido un buen maestro, no lo olvida y, por supuesto, no esconde que éste fue definitivo en su éxito; en potenciar ese talento oculto. Unos extraños que haciendo su trabajo ayudan a conseguir algo en apariencia sencillo pero realmente complicado: encontrar tu sitio.

Y es que los buenos profesores nos marcan para toda la vida. ¿Y a ti?

Hablemos de los primeros cazatalentos.