«Tres cosas necesita el hombre para ser feliz: la bendición de Dios, libros y un amigo»,Lacordaire

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Contrata a alguien que quiera montar un bar

"Cómo conocí a vuestra madre"

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En esta semana de altas temperaturas en la que quema la calle, impresiona ver cómo los bares, ya sea en las terrazas como dentro, estén más o menos equipados con sombrillas, chorros o aire acondicionado, no pierden a sus feligreses que acuden sea «fokin lunes» como dice Jesús Terrés o estén sin un chavo.

De vuelta a casa el otro día pensaba cómo entre el público asiduo, no me extrañaría encontrarme a Barney y a Ted de la serie Cómo Conocí a vuestra madre, los más legen-darios y los protagonistas de una de las escenas que más gracia me hacen, principalmente porque pienso que a todos se nos ha pasado por la cabeza la descabellada idea o al menos nos resulta familiar.

«Deberíamos comprar un bar» le dice Ted a Barney, a lo que él no solo asiente, sino que da comienzo a la fantasía y arranca un genial brainstorming sobre este sitio al que todos querrán ir.


1. Mientras detallan cómo sería, lo imaginan como hacen los niños: sin límites o prejuicios y más se LO CREEN. Parece que el bar Puzzles siempre estuvo ahí.

Nacer, vivir, crecer, saltar,
reír, chillar, mentir,
aprender, amar, estudiar,
brincar, jugar, correr,
reír, reír…¡niñez!

2. Se ponen en la piel del otro, en este caso de los clientes. Nada de hora de cierre, última ronda gratis…

El pesimista piensa en ayer
El optimista en mañana
El realista en hoy
El poeta en ti

3. Son impacientes. Les apetece tanto estar detrás de la barra que no quieren perder ni un minuto.

Empezamos a saber vivir
un poco antes de morir.
(¡Qué putada!)

4. Su energía es desbordante y contagiosa, todo es de lo más ilusionante. Te dan ganas de hacerte socio del bar y acabar hasta las tantas poniendo copas, recogiendo las mesas y lo que haga falta. Todos a una.

Si mi corazón fuese un racimo
¡qué vino daría mi corazón!
Si tú bebieras ese vino
perderías también la razón,
se subiría mi corazón a tu cabeza
y te daría por besarme.
¡Besarme tú!
¡Lo más!

5. Por último, te das cuenta de que toda la idea es entre loca y absurda pero a la vez HAY AGALLAS y «el mundo es de los valientes», como escuché una vez decir a un librero.

Juego con fuego
pero juego

Y es por estos cinco motivos (y los poemas entre medias de Gloria Fuertes) por los que entiendes por qué conviene tener en la oficina a alguien que siempre quiso montar su bar, que siempre quiso ser la persona pegamento, esa que quiere crear un lugar de encuentro y unión, que quiere generar un sentimiento de pertenencia, que quiere divertir y divertirse, un soñador y un creativo, del que sabes que quizá se está equivocando y que no es perfecto pero es «alegre y de buen corazón» como oía esta semana decir como objetivo de un colegio sobre sus futuros alumnos.

¿Hay alguien así en tu equipo? ¿Visitas su bar? ¿Acaso, eres tú? Te leo.