«Tomar en las manos un libro mío me parece una de las más raras distinciones que alguien puede concederse»,Friedrich Nietzsche

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La biblioteca de los perdedores

La biblioteca Brautigan

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En 1971, el escritor estadounidense Richard Brautigan, perteneciente a la Generación Beat, publicó The Abortion. An Historical Romance 1966 sin saber o mejor, sin siquiera plantearse, que el contexto que imaginó algún día se haría realidad. 

El libro cuenta el affaire entre una guapísima chica y un bibliotecario de la hemeroteca más peculiar de todos los tiempos, la formada por «the unwanted, the lyrical and haunted volumes of American writing». Y es que el protagonista trabaja en una inusual biblioteca de California cuyo catálogo de libros no podía encontrarse en ninguna otra parte del mundo. La biblioteca albergaba todos los libros que habían sido rechazados. 

Sus estanterías eran de lo más variopintas: cuentos de niños sobre sus juguetes escritos en colorines, memorias de señores mayores, ensayos como El cultivo de las flores a la luz de las velas en una habitación de hotel, recetarios que recogen todos los platos que aparecen en la obra de Dostoievski…. Y estaban ordenadas por el Sistema Mayonesa: separados por botes de mayonesa y clasificados según una temática peculiar. El autor cuando dejaba su manuscrito, siempre en persona (requisito imprescindible para formar parte de la biblioteca), podía pasar a formar parte de una de las extravagantes trece categorías: familia, naturaleza, mundo, espiritualidad, amor, humor, futuro, aventura, vida callejera, guerra y paz, social/político/cultural, sentido de la vida, poesía y todo lo demás. 

En 1984, Brautigan se suicidó y no pudo ver cómo su loca idea se volvía realidad. Los devotos llevaban años enviando a la biblioteca descrita en el libro (estaba descrita con gran precisión en el libro, código postal incluído); por lo que a principios de la década de los 90, un apasionado lector y fotógrafo, Todd Lockwood, le rindió homenaje creando la biblioteca Brautigan en Burlington, Vermont. Gestionada por voluntarios, la biblioteca se podía visitar y, por supuesto, se podían dejar manuscritos. 

En 2005 la biblioteca cerró por falta de financiación. Lockwood no desistió y guardó todos los manuscritos hasta que en 2010 y gracias a la intermediación del especialista en Brautigan, John Barber, hoy se encuentran en el Clark County Historical Museum, en Vancouver (Washington). Ya son casi 400 los manuscritos de más de treinta países, desde Arabia Saudí hasta la India, que recoge esta biblioteca en un museo que no solo los expone sino que también celebra el Día Nacional de los Autores No Publicados el último domingo de enero de cada año.

Tres ensayos defendiendo la abolición del dinero, Einstein no juega a los dados, En busca del calcetín perdido... Sin poner a juicio la calidad o temática del contenido, faltas de ortografía y estilo incluidos, los libros que nunca fueron publicados, ni nunca lo serán descansan en la costa este de América. Aunque quien sabe si resucitarán. 

Brautigan fue rechazado muchas veces. 

Fuentes: